sábado, 9 de octubre de 2021

"El Carraspeo"

 



EL CARRASPEO

En la madrugada, recién llegado a la esquina del Barrio de la Canela con Cabrera Pinto y después de las últimas cantigas en el Salta Si Puedes (le falta al cielo azul lo que a tus ojooooos, llevaba todavía en la memoria), a Cristóbal le pareció que Calcinas estaba lejos y que La Cuesta se había puesto aquella noche más empinada que nunca.

-Total -se decía para el botón de la camisa- tener que subir y después tener que bajar…

En fin, que en los poyos de la plaza de San Sebastián se quedo un rato echado, hasta la hora de recoger el reparto.

Porque Cristóbal era un hombre serio, con el que se podía contar para despachar en las casas bonitas de la ciudad, caldeadas y soñolientas, el pan nuestro de cada día justo a la hora que se anunciaba el lucero del alba, con el que mantenía un compromiso cotidiano.

En el obrador le preparaban su serón caminero, repleto hasta los tirantes de pan caliente, que se colgaba a la espalda para ir repartiendo, tempranito eso sí, el bendito desayuno de las familias de Pedro Poggio, Pérez Volcán, O´Daly y demás calles de aquel vecindario.

Y aquel día no iba a ser diferente, por mucho que el vendaval de la parranda le tuviera trasnochados los interiores de dentro y el alma, que en mala hora no me la escachen, estuviera en un sin vivir, un sin vivir que no puede ser, no puede ser.

¡Ahí va el hombre!

Ya está, ya se encasquetó Cristóbal su serón de pan y pico para bajar Cabrera Pinto con esos andares dignos y derrengados, los mismos que se llevaron la noche de copas y cantares y que no se dejaron asesinar por la luz incierta de la aurora.

Y tenía que pasar lo que tenía que pasar: justo al cruzar por detrás de la parroquia, cuando el sochantre, que era un barítono tremendo, despachaba con voz profunda el oficio de la misa de alba, el hombre, atraído por el poderoso sonido del órgano y el fluido melisma del canto, dejó el serón en la escalinata, empujó la contrapuerta, que se abrió con un graznido inquietante y contempló, íntimamente maravillado, la luminosa estampa del altar mayor de la Iglesia Matriz, todo oro, plata y luz, precisamente en el momento en que el sacerdote estaba comulgando el cáliz de la sangre incruenta.

El cura, antes de proseguir, se aclaró la voz emitiendo un sonido gutural que, quizá, hizo más rebumbio del que aconseja la discreción.

Entonces, desde la puerta se oyó, nítida y potente, la voz del panadero que le increpaba:

-¡Carraspeas, cabrón!, ¿Por qué no lo rebajaste?

Sobra decir que Cristóbal pagó su semanita de arresto en la pièce de punition invitado por la municipalidad.

Al momento de salir le cayó otra semanita más porque se tropezó en la puerta del calabozo con el Alcalde sancionador y le espetó, tranquilamente:

-¡Ojalá te mueras!

domingo, 3 de octubre de 2021

Esclava de Mi Mente


Esclava de Mi Mente

Mi Mente siempre ocupo,

porque si la desocupo

discierne con independencia,

sometiéndome a su yugo,

atando mis pensamientos

y haciéndome su Esclava. 

hermANAmiga

 

hermANAmiga

Aunque mi madre no es la tuya

y la tuya no es la mía,

ambas hemos sido gestadas

en el mismo vientre de La Vida.

Fue Ella la que nos unió un día, 

y desde entonces te siento como hermana mía.

Porque nos queremos. 

Porque reímos. 

Porque juntas nos ayudamos a entender a nuestra madre Vida. 

Porque nos levantamos de la mano y siempre encontramos la luz en la oscuridad. 

... 

¡Para siempre! 



Montaña de la Alta Fantasía

 

Montaña de la Alta Fantasía

Montaña pesada,

morada de mis demonios,

ansiando llegar a la cima deseada,

subo mis cuestas suspirando.

Por este camino,

además de las rocas que voy encontrando,

aparecen otras nuevas, que yo misma voy creando.

Suponen más carga y me hacen "rodar cuesta abajo",

apoderándose de mi este desánimo

que me impide llegar a la cima

de mi Montaña de La Alta Fantasía. 

miércoles, 23 de julio de 2008

Una mágica flor de vida


Siempre estaré para ti

nunca olvides que siempre estaré para ti

una mágica flor de vida

Amor, lo que me tocó vivir

El momento que dejé partir.

Amor, perdona si alguna vez te herí

Preferiría morir que no estar junto a ti.

Y la vida se encargará de unirnos

Resiste un poco más

Pero nunca olvides que siempre seré para ti,

una mágica flor de fidelidad

siempre estaré para ti,

siempre mi amor

nunca olvides que siempre estaré para ti

en la mágica flor de vida

siempre estaré para ti

siempre, mi amor.

será por toda la eternïdad
Que no me frena una razón
Oculta en lo más profundo de mi ser
Quisiera devolver el tiempo a mi favor
y no dejar que nada se interponga entre tu y yo
Sálvame, despiértame otra vez
temo cerrar los ojos
sin saber si vas a estar conmigo al amanecer
No, No, No…
Bésame hasta enloquecer
quiero perderme en tus sentidos
para no saber quien soy
y lo que temo ser
Otra vez, despiertame

Girasol de luna

girasol de luna
…brotó de la tierra árida una vez un pequeño girasol cuya vida iba a ser diferente a la de los demás girasoles del mundo.
…brotó de la tierra árida, en una mañana de sol radiante, de sol puro, directo, de pleno sol blanco, y al encarar su minúscula cabecita hacia aquella pálida luz que, por naturaleza, por destino, debía alimentarlo, darle vida, notó que no podía abrir los ojos, que esa luz tan fuerte lo deslumbraba, así que, poco a poco, con movimientos aún de bebé, se giró, con los ojitos cerrados, cara al suelo.
En medio de miles, millones de girasoles de todo el mundo que miraban al sol, y se nutrían de él, complacidos y satisfechos, en medio de todos ellos, estaba él, cara al suelo con los ojitos cerrados, apretándolos fuerte para que no volviera a hacerle daño esa luz que lo había deslumbrado nada más brotar, nada más nacer.
…fue creciendo, y poco a poco fue dándose cuenta de que no siempre estaba el sol allá arriba, que había unos ratitos en los que los demás girasoles se ponían a dormir, en los que el cielo cambiaba a un color más oscuro, y en los que ese sol de allá arriba se marchaba, y dejaba paso a otra luz más tenue, más dulce, a la luz de la luna.
…fue dándose cuenta, poco a poco, que en esos ratitos no le dolía abrir los ojos, podía mirar al cielo sin deslumbrarse, en paz. Y notó que esa luz que no era la luz del sol, esa luz del cielo oscuro, era muy suave, notó que le acariciaba la cara, le daba aire, y se le metía muy dentro, y lo llenaba de placer, y de vida.
Así, durante las horas de sol, él permanecía de cara al suelo, vigilando, con un ojito entreabierto, su propia sombra: había aprendido que cuando ésta desaparecía, era porque el sol también se había marchado; y entonces él podía ya girarse y asomarse al cielo nocturno, abrir sus ojos y dejar que la luna se reflejara en ellos […lo que a ella más le gusta, reflejarse en los ojos de otros…], y respirar fuerte por todas partes, hasta por los mismos ojos, para que entrara muchísimo aire de destellos de luna.
…y cada noche, entre miles, millones de girasoles dormidos y cabizbajos, allí estaba él, abierto de par en par, asomado a la noche, con una sonrisita de satisfacción… dejándose mimar por la luz de la luna.